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Las increíbles técnicas migratorias de las arañas


El vuelo arácnido o 'ballooning' es la asombrosa manera que tienen las arañas de aprovechar el viento para recorrer enormes distancias y colonizar nuevos territorios.



Las arañas no tienen alas, pero pueden volar. Y no hablamos de simples saltos largos, hablamos de verdaderas travesías, casi como las que haría un avión comercial. Se trata del vuelo arácnido, conocido también como 'ballooning', un modo de transporte por los aéreo posible gracias a un sistema compuesto de hilos de seda. Utilizando las fuerzas del viento y las telas de araña como parapente, e incluso aprovechando las tensiones electromagnéticas en suspensión, las arañas pueden cubrir por aire distancias de varios centenares de kilómetros, y alcanzar unas altitudes vertiginosas, de casi 4.000 metros de actitud. 
El vuelo arácnido es ante todo una técnica de dispersión que favorece la supervivencia de la especie y permite la colonización de nuevos territorios. Y sus efectos son a veces espectaculares. En los últimos años, algunos campos de Australia han quedado cubiertos de tela de araña, de tal manera que a distancia y a simple vista parecía un paisaje nevado o cubierto de algodón. Si se mira a contraluz, se aprecia como si fuera una lluvia de meteoritos. Fascinadas por el espectáculo, algunos llaman a esto "los hilos de la Vírgen", mientras otros, menos simpatizantes de las arañas, lo llaman "las babas del Diablo". 
La observación de este fenómeno es más propicia cuando se produce una subida repentina de la temperatura. Los días soleados con brisa ligera, tras un periodo húmedo y frío, son idóneos. En estos días la temperatura del suelo se calienta rápidamente y provoca un flujo ascendente de aire que las arañas aprovechan para liberar sus sedas y tomar el vuelo.

Siguiendo rastros históricos

Charles Darwin ya quedó fascinado en su momento, cuando vió que unas pequeñas arañitas que viajaban con él en su barco, el mítico 'Beagle', sencillamente se echaban a volar. Y lo anotó en su diario: "He observado repetidamente a estas pequeñas arañas elevar sus abdómenes, disparar los hilos y luego salir volando horizontalmente con una rapidez inexplicable". Efectivamente, los arácnidos de pequeño tamaño que están dispuestos a una migración de este tipo se encaraman en algún punto alto expuesto a las corrientes de aire con el abdomen hacia arriba y liberan varios hilos. Como sus cuerpos son tan ligeros, el viento los eleva fácilmente y son bruscamente arrastrados por la corriente: es el despegue de un viaje que puede llevarles muy lejos, aunque también puede tener consecuencias fatales, ya que en el aire quedan expuestos a la voracidad de las aves o a caer en algún entorno hostil. No es una aventura fácil.
Pero las arañas son grandes supervivientes. En 1883, siete meses después de la explosión del volcán Krakatoa, el científico belga Edmond Cotteau comunicó que el único ser vivo que encontró en la isla, que había quedado devastada por la erupción, fue una araña tejiendo su telaraña. Cincuenta años después llegaron a contabilizarse más de 90 especies de arañas diferentes en el mismo entorno. Además, existe la sospecha de que el hecho de que hábitats relativamente aislados, como algunas islas de la llamada 'Gran Barrera de Coral Australiana' estén pobladas por siete familias diferentes de arañas pequeñas, pero no de especímenes grandes, se debe la capacidad de colonización de las arañas por medio del vuelo arácnido o 'ballooning'. 

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